Denuncia hidráulica en Palestina

El agua no es un recurso universal, menos en Palestina. Así lo desvela las 112 páginas que conforman el Informe presentado ayer, 26 de octubre, por Amnistía Internacional. Los palestinos se suman a los millones de personas que actualmente no tienen acceso a un suministro adecuado de agua potable. Israel añade la restricción de este derecho vital a la lista de abusos que forman parte de una ocupación que se prolonga desde hace más de cuatro décadas.



La injusticia que sufre el pueblo palestino vuelve a hacerse eco a través de la denuncia pública que ha realizado Amnistía Internacional. El Informe concluye la discriminación a la que es sometida la población de los Territorios Palestinos Ocupados (TPO) cuando Israel hace uso de la única fuente de acceso de agua que tienen, un acuífero en las montañas de Cisjordania.

El 4 de junio de 2009, el ejército israelí, destruyó las casas de 18 familias en una aldea llamada Ras al-Ahmar en el valle del Jordán. Más de 130 personas se vieron privadas de agua en la época más calurosa del año, cuando los militares confiscaron no solo el depósito de agua del que se suministraban, sino también el tracto y el camión que usaban para transpotar el agua.



Esta escasez hidráulica afecta a necesidades tan elementales como la alimentación, la higiene, actividades agrícolas e industriales así como a la ganadería. El Director General de a Organización Mundial de la Salud (OMS), Dr LEE Jong-Wook m declara , en un Informe que refleja la relación entre el agua, el saneamineto, la higiene y la salud, que "el agua y el saneamiento son uno de los motores principales de la salud pública. Suelo referirme a ellos como Salud 101, lo que significa que en cuanto se pueda garantizar el acceso al agua salubre y a instalaciones sanitarias adecuadas para todos, independientemente de la diferencia de sus condiciones de vida, se habrá ganado una importante batalla contra todo tipo de enfermedades".


Batalla que parece tener unos perdedores claros, cuyo impacto se agrava en las zonas rurales aisladas y en los campos de refugiados sobrepoblados, que son las comunidades más vulneradas, viéndose obligados a recoger el agua de la lluvia para cubrir sus necesidades domésticas.

Una distribución injusta




El Informe justifica su denuncia con la revelación de datos de consumo de agua. La Organización Mundial de la Salud aconseja un uso medio de 100 litros al día. Las cifras del consumo medio de los palestinos se alejan irremediablemente, cifrándose en 70 litros diarios, mientras que el consumo medio de los israelíes es de 300 litros. Los 450.000 colonos júdíos establecidos en Cisjordania consumen más agua que los 2,3 millones de palestinos.

La crisis llega a tal punto, que los palestinos tienen prohíbido cavar pozos en Cisjordania sin la autorización de Israel. Además las cisternadas construidas para la recogida del agua de la lluvia "son regularmente destruidas por el Ejército israelí", y en esta línea, un soldado ha declarado que los depósitos de agua situados en los tejados de las casas palestinas son "buenos para ejercitar el tiro al blanco".


El comercio israelí con un derecho vital

El control al acceso, la inexistente distribución y el abuso sobre los recursos que proporcionan agua, conllevan un beneficio extraordinario para Israel. Los palestinos ante la imposibilidad de abastecerse, se ven obligados a pagar la mitad del agua que consumen a un precio muy por encima del establecido en el mercado. Según informa Amnistía Internacional "hay familias que dedican una cuarta parte de sus ingresos, o más, a pagar el agua que consumen".


Situación alarmante en Gaza


A pesar de la firma de los Acuerdos de Oslo en 1994, que establecieron una forma de autogibierno palestino en Gaza y en otras partes de los territorios ocupados, la realidad es que en esta "prisión abierta" que es Gaza, la limitación del agua se une a los constantes obstáculos que atraviesa la población palestina. Según informa Amnistía Internacional "entre el 90 y el 95 por ciento del suministro de agua está contaminado y no es apto para el consumo humano". La sobreexplotación y la contaminación de aguas residuales en los acuíferos costeros de Cisjornadia más el impedimento del transporte de agua necesario conlleva a un resultado deshumanizador.


La invasión israelí en enero del año pasado provocó, entre otros "daños" irreversibles, la destrucción de canalizaciones de agua potable en las zonas que ocupó en Gaza. Ante la prohibición impuesta por la potencia ocupante de introducir materiales destinados obras públicas, muchas de las cañerías rotas no pueden ser reparadas.

A estos factores, hay que añadir la construcción de pozos a lo largo de la frontera, de forma que Israel extrae agua que corresponde al acuífero de Gaza, procediente de las montañas de Hebrón.


La suma de todos los obstáculos en Gaza

Amira Hass, corresponsal israelí para el periódico Haaretz establecida en Gaza desde 1993, en su libro Drinking the Sea at Gaza: Days and Nights in a Land under Siege (Beber el mar en Gaza: Días y noches en una tierra asediada) destapa los innumerables obstáculos a los se ven obligados los palestinos día a día en un intento de desarrollar una vida digna.


La política encubierta de aislar arbitrariamente la Franja, fue el motivo de la firma de los Acuerdos de Oslo por parte de Israel. Esto se refleja en la imposibilidad impuesta a los palestinos de abandonar Gaza a través de solicitudes de permiso imposibles de conseguir y la dificultada transición por los puestos de control establecidos. Hombres de menos de 40 años, solteros, estudiantes y universitarios se ven obligados a permanecer dentro de esta "prisión abierta". La dependencia de la economía y de las instituciones de Gaza respecto de Israel, las sospechas terroristas sobre cualquier habitante con independencia de su religión, sexo o edad son hechos que relata la corresponsal.

La suma de todos estos factores se ve ahora agravada con la denuncia de una nueva imposibilidad hidráulica. Mientras tanto el Ministerio de Exteriores de Israel a través de un comunicado, ha hecho público que "los palestinos reciben el doble del agua pactada" en los acuerdos de Oslo, acusándoles de cavar pozos ilegales y no construir depuradoras.