Rosa García: "El sida ha disminuido mucho en la cárcel"

Rosa García es subdirectora médica de la prisión de Navalcarnero. Una profesional sanitaria, que arrastra 20 años de labor en la Institución Penitenciaria, relata el funcionamiento del servicio y el tratamiento sanitario de los presos. La entrevista tiene lugar en el despacho que comparte con el encargado de los ATS, J.M.C, que se sitúa en el ala del Centro destinada a los funcionarios. Con rostro amable, de forma humilde y con informes en mano, desde su butaca se somete a determinadas preguntas fáciles de responder, otras, en cambio, reflejan la delicadeza del tema que encubren.


J.M: ¿Cuáles son los problemas más comunes?
R.G: VIH, hepatitis C y drogas. El sida como enfermedad ha disminuido mucho.

J.M: ¿Qué herramientas de prevención y de actuación tienen?
R.G: Tenemos el programa de intercambio de jeringuillas, que casi no tiene usuarios, lo que es positivo porque quiere decir que el consumo de heroína ha disminuido notablemente. También el programa de metadona, en el que participan 178 reclusos, que también ha descencido porque empezamos con 300. Programa libre de drogas...

J.M: Las Asociaciones Pro-derechos humanos denuncian el alto índice de suicidios dentro de las prisiones. ¿Tenéis algún protocolo de prevención?
R.G: ahora mismo, los índices de 2007 nos indican que el índice es de 0,4% por 1000 reclusos. Sí, tenemos un protocolo que consiste en que cualquier profesional de la prisión cuando detecte cualquier riesgo realiza una propuesta de inclusión en el protocolo, decidido por un psicólogo o médico. Se realiza una consulta médica diaria, apoyo, seguimiento permanente... se le revisa cada semana y cuando el riesgo desaparece se procura no hacer cambios bruscos.

J.M: ¿son habituales las huelgas de hambre?
R.G: A diario (se ríe y enseña un montón de papeles que debe tramitar en referencia a este tema). La mayoría de las veces no son tracendentales, los motivos son varios, suele ser cuando ven agredidos sus derechos como la no concesión de pemisos, o cuando el médico le reduce la medicación. Cuando lo comunican se hace una instancia, el médico y el ATS les hace una inspección diaria. Siempre reclaman todos sus derechos.

J.M: ¿Habéis tenido algún caso prolongado como el de Juana de Chao?
R.G: No, esta cárcel es muy tranquila. Duran uno o dos días como muchos, a veces sólo horas.
J.M: Cuando se habla de salud en el s.XXI se hace referencia a la salud bio-física, psico-emocional y social. ¿Cree que la sanidad penitenciaria española aborda las tres vertientes?
R.G: En mi opinión sí que se atiende a las tres vertientes, la asistencia penitenciaria en España se asimila a un centro de servicio primario, tienen un médico en la cárcel al que acudir, dentistas, oculistas... en caso de que requieran de unos cuidados que excedan de los primarios se les traslada al hospital de referencia.
J.M: ¿En su opinión cuál es la vertiente que más descuidada está?
R.G: Yo creo que tal vez, con la reforma de la Ley de Psiquiatría General (formato pdf) de 1995, los pacientes con enfermedades mentales están ahora en prisión, y aunque disponen de psicólogos.. los atendemos los médicos.

J.M: ¿Se le puede conceder a un recluso la libertad por encontrarse enfermo?
R.G: sí, pero cuando la enfermedad es paliativa. No solo eso, sino que tiene que tener una vinculación exterior familiar o social. Generalmente la familia no quiere saber nada o no tiene. El problema es que no hay suficientes recursos para acogerlos, los hospitales solo cuentan con instalaciones para estancias cortas.

J.M: ¿Ha existido algún caso de Gripe A?
R.G: sí, pero los hemos aislado en celdas y así prevenimos. Pero no hemos tenido muchos casos.Ya te digo que esta cárcel es muy tranquila en todos los sentidos.

J.M: ¿En su opinión cuál cree que es la opinión de la sociedad respecto de la prisión?
R.G: La sociedad tiene conciencia según la alarma social que exista.

J.M: ¿Por qué decide un profesional acceder a trabajar en una Institución Penitenciaria?
R.G: Aquí se accede a través de oposición específica. Hay que estudiar para médico de familia, sin necesidad de realizar una especialidad. Pero poca gente oposita, quizá por desconocimiento o porque no está muy publicitada. Pero esto es completamente vocacional.
J.M: ¿Cómo es trabajar en una Institución Penitenciaria?
R.G: De lo más normal, con alguna peculiaridad. Pero no se pasa miedo, ni situaciones embarazosas... los médicos atienden a solas a los pacientes, ni siquiera hay un funiconario fuera del despacho, siempre que el preso no está agitado, en cuyo caso el profesional cuenta con la seguridad necesaria.

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